Este jueves llegaron a 100 los fallecidos en la batalla contra la enfermedad. En su mayoría son doctores de familia que atienden por fuera de los hospitales y con pocas armas.
Italia se aseguró este viernes otro triste primado: llegaron a un centenar los médicos muertos en la primera línea de batalla contra el coronavirus, mientras que suman 14.600 los operadores sanitarios contagiados y 26 los enfermeros muertos.
Los cuatro últimos muertos son todos médicos de familia. Marzo Zennaro, Tansin Khrisat, Mario Rossi y Samar Sinjab.
Las polémicas ya han estallado pero en el futuro el martirio de tantos médicos de base, que continuarán muriendo, exigirá una investigación a fondo que mostrará duras culpas por parte de las autoridades sanitarias.
Las normas establecieron que quienes sufrían o sufren de fiebre alta y otros síntomas deben acudir a sus médicos de familia y no bloquear los primeros auxilios de los hospitales. Son los médicos de base del Sistema Sanitario los que los mandan después a los nosocomios y los riesgos de contagio han sido siempre muy altos.
Pero como les ocurre también a una parte de los miles de médicos que combaten en los hospitales, y que incluyen tantos jubilados que se presentaron voluntarios para ayuda, los médicos de familia son los que van a la guerra con pocas armas. El jueves se anunció que la Protección Civil enviará 62 mil barbijos extras a los médicos de base, que protestan por la falta de elementos para trabajar con un mínimo de seguridad.
En las casas de reposo para ancianos de Milán, un foco infeccioso seguro de Covid-19 (miles de ancianos han muerto en toda Italia en estos centros mal cuidados y con la enfermedad ocultada), solo la mitad del personal está presente para asistirlos. Antonino Manzo, director del Instituto Geriátrico Milanese, explicó a la agencia ANSA que falta el 90% de los médicos, el 50% de los enfermeros y la mitad de los asistentes.
Estos datos demuestran la aceleración del proceso de desgaste de los médicos y los operadores sanitarios, además de los desarreglos burocráticos. El presidente de la Federación Nacional de órdenes de médicos, Filippo Anelli, dijo tras anunciar las últimas cuatro camisas blancas muertas que “es la hora que reflexionen quiénes deberían tutelarnos”.
Anelli agregó: “No podemos más permitir que nuestros médicos y nuestros operadores sanitarios sean enviados a combatir con las manos desnudas contra el virus. Es una lucha impar, que nos hace mal a nosotros, mal a los ciudadanos y mal al país.
Del total de las víctimas, “decidimos incluir a todos los médicos, jubilados o aún en actividad, porque todos los médicos son iguales. Algunos de los médicos jubilados se habían quedados o fueron convocados para volver a la actividad. Otros respondieron a los pedidos de ayudas. Nunca se deja de ser un médico”, afirmó el presidente de la organización profesional.
Tras el anuncio de que habían llegado al centenar los médicos muertos en servicio, en el ministerio de Salud Pública se anunciaron los incrementos contractuales para los médicos de familia, respondiendo a un muchas veces postergado reclamo. Fue un acto de justicia tardía.
Médicos italianos muestran sus manos con la leyenda “Lo lograremos!”. / Reuters
Entre los médicos hospitalarios fallecidos se recordó este jueves especialmente al doctor Roberto Stella, de 67, presidente de la órden de médicos de Varese, que fue el primer muerto de la lista centenaria. “Era un luchador que murió en el campo de batalla, dijo entre lágrimas el profesor Averio Chiarvalle, colega y gran amigo de Stell, quien la última vez que lo vió le dijo: “Hermano nosotros estamos aquí para trabajar y combatir”.
Si Roberto Stella fue el primero, la número cien de la lista fue en la mañana de este jueves Samar Sinjab, de 62 años, médica de familia y madre a su vez de un médico.
Otro médico árabe, que dio su vida por sus pacientes italianos, esta vez en Cagliari, la capital de Cerdeña fue Nabil Kheir, que falleció tras veinte días en terapia intensiva. Era un militante de la causa palestina y sus amigos le rindieron homenaje en varias partes de Italia, donde había estudiado y se había recibido. Fue uno de los médicos de familia muertos esta semana.