El gobierno se prepara para lanzar una nueva ronda del bono de $ 10.000 para asistir a los segmentos de menores recursos en medio de la pandemia. Aunque se había anunciado que la medida sería por única vez ya se empieza a preparar el terreno para que este beneficio, que ya fue asignado a 7,6 millones de personas, se prorrogue, en principio, hasta mayo. Además analizan reabrir la inscripción y sumar también a 1,1 millón de personas que habían sido rechazadas por errores de ANSES.

Las versiones acerca de esta prórroga crecieron esta semana cuando desde Jefatura de Gabinete difundieron un trabajo en el que calculan el costo fiscal de las medidas de asistencia en medio de la pandemia del coronavirus. Con la hipótesis de extender hasta mayo y junio los programas diseñados para abril, el costo llega a 5,6 puntos del PBI, $ 1,7 billones. En ese monto están incluidos los programas de asistencia directa, como el bono de $ 10.0000 conocido formalmente como Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), y los créditos subsidiados a empresas, como el de tasa fija al 24%.

El jueves hubo una reunión del gabinete económico en la sede del ministerio de Desarrollo Productivo. Además del anfitrión, Matías Kulfas, participaron el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y su segunda, Cecilia Todesca, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y representantes de la ANSES y del ministerio de Economía. Allí se analizó la extensión del bono de $ 10.000. En principio lo que se está planteando es pagarlo también durante mayo. “Se va a definir mes por mes”, indicaron fuentes oficiales. “También se está evaluando cuándo se reabrirá la inscripción. Porque se estima que puede haber nuevos casos valederos”.

La expectativa es que el anuncio se concrete en las próximas horas. El debate en el gobierno para definir si se prorrogaba o no el IFE se volcó con fuerza hacia el sí con la salida de Alejandro Vanoli, ex titular de la Anses. El ex funcionario al que Santiago Cafiero le pidió la renuncia el miércoles quería terminar acá con el bono y reemplazarlo con otro tipo de medida.

Ahora, el bono no solo se extendería en el tiempo sino que tendrá nuevos beneficiarios. Con la revisión de los casos que está haciendo ANSES, ahora encabezada por Fernanda Raverta, ex ministra de Desarrollo de la provincia de Buenos Aires, en el gobierno estiman que llegará a 8.963.000 personas. Son 1,1 millón más que los 7.854.316 informados cuando se cerró la inscripción del IFE.

El incremento surge de la revisión que ANSES está haciendo de las solicitudes rechazadas. En total, hubo 4.207.891 rechazos por tener empleos en relación de dependencia, ser monotributista C o superior o autónomo, contar con beneficios previsionales, por falta de actualización de datos personales o por tener planes sociales, ingresos, gastos o bienes registrados en AFIP incompatibles con la percepción del bono.

La pandemia agarró a la Argentina en una posición fiscal débil. En recesión y sin acceso al crédito, el único camino para cubrir la asistencia económica en medio de la cuarentena es la emisión monetaria. La cantidad de dinero que circula crece a un ritmo del 70% anual. Al menos 20 puntos por encima de la inflación estimada para el año, prevista en, al menos, 50%.

¿Cómo pega este salto en las cuentas públicas? Para los economistas consultados en este contexto de emergencia la emisión es la única alternativa posible. Pero advierten sobre la necesidad de que estas medidas de asistencia excepcionales sean transitorias y no permanentes.

Para Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina, “la cuarentena obliga a medidas que son muy negativas y que no se adaptarían a ningún otro contexto. Pero no tomar medidas en este escenario sería todavía peor. Para financiar todo esto la alternativa a la emisión son otras herramientas más compulsivas, como cambiarles a los bancos las Leliq por Letes”.

El riesgo principal ante el avance de la emisión es que el exceso de pesos presione sobre los precios. “El dólar blue es el lugar donde ahora se está canalizando el riesgo. Un rebrote inflacionario por ahora no se ve”, apunta Rajnerman. “Con las medidas que se han tomado hasta ahora nuestra proyección de déficit primario es de 5 puntos del producto”.

Gabriel Zelpo, director de Seido Consultora, señala que ante el coronavirus “casi todos los países hicieron un plan fiscal bastante grande. Hay países que tienen poca deuda y bastante ahorro, como Chile y Perú, que tienen margen para hacer política fiscal expansiva. En la región ni Argentina ni Ecuador tienen espacio. Entonces lo único que queda es imprimir pesos. Argentina tiene que usar bien la poca plata que tiene. Antes de pensar en seguir expandiendo los programas de asistencia habría que pensar en reordenar el gasto. Pero hoy esa expectativa no está. La única expectativa es seguir emitiendo y así reaccionan todas las variables, como el ‘dólar contado con liqui’, que subió 32% en el mes”.

Entre las medidas alternativas a seguir imprimiendo, Zelpo menciona el recorte de salarios públicos y una reorganización fuerte de la administración estatal, con reducción de secretarías y de oficinas en los tres poderes. “Si se plantea una discusión en serio esto podría ayudar bastante”.

María Castiglioni, directora de la consultora C&T, considera que “si el gobierno no gasta, el colapso de la economía va a ser mayor. En el corto plazo se da una combinación difícil de menos recaudación y más gasto. Cuando más eficiente sea el gasto, más rápido se va a recuperar la economía. Lo que sería peligroso es que estos gastos transitorios se transformen en permanentes, que es algo habitual en la historia argentina”.

“Hay que gastar con eficiencia para lograr que no se caigan las empresas, los monotributistas y los trabajadores independientes. Si el gasto apunta a que la gente coma y nada más, cuando la economía se abra no se va a poder salir a producir. Podemos ver que China se está recuperando rápido pero eso pasa porque allá no se rompieron los resortes de la producción. Hay que apurarse a tomar medidas más concretas que armen un camino para volver a abrir “.

“Argentina va a un fortísimo incremento del déficit con una magnitud incierta; va a depender de la necesidad de extender los beneficios. Nuestro escenario de déficit es de entre 4 y 6 puntos del PBI”, indica Elisabet Bacigalupo, responsable de equipo macroeconómico de Abeceb. “Necesitamos tener una hoja de ruta con señales claras de cómo se va a contener ese déficit. Y no están apareciendo esas señales”.

“Sería importante que desde el gobierno digan que el aumento del déficit y de la emisión es transitorio y que se irá hacia un descenso programado y organizado. Hay que dar señales que ayuden a contener expectativas. No es muy distinto de lo que le pidieron los bonistas a Martín Guzmán cuando llevó la oferta de canje de deuda”, refuerza Bacigalupo. Sin perspectivas claras los problemas se potencian. “Cuando las expectativas están alocadas, el dólar libre no tiene techo”.