La tradición más extendida es la de llevar ramas de olivo a la iglesia para ser bendecidas. Estas ramas simbolizan la paz y la esperanza, y se colocan luego detrás de las puertas o cuadros religiosos en los hogares, como protección para el año.

En algunos casos también se usan palmas trenzadas, especialmente en el norte del país.

“Mi abuela siempre decía que el ramo bendecido protegía la casa de las tormentas y malas energías”, comenta Marta Díaz, vecina de Tucumán. “Es una costumbre que no se pierde, incluso entre los más jóvenes”

En muchas parroquias se realiza una procesión antes de la misa, donde los fieles caminan por las calles con los ramos levantados, recordando el gesto de la multitud que recibió a Jesús. En algunos pueblos del interior, esta procesión es acompañada por imágenes religiosas, cantos y bandas de música.

En regiones como Salta, Jujuy y Catamarca, las celebraciones incluyen también expresiones del folclore local. Es común que se vendan ramos en las plazas, muchas veces elaborados artesanalmente por familias que encuentran en esta fecha una oportunidad de generar ingresos.

Las celebraciones del Domingo de Ramos no solo marcan el inicio de la Semana Santa, sino también un fuerte momento de encuentro comunitario, donde la fe se entrelaza con las tradiciones populares, reafirmando la identidad cultural y religiosa de muchas comunidades argentinas.