“Tengo todos los modos para comunicarme, pero quiero hacerlo bien. Si salgo al aire, es para ayudar. Mi lema es: ‘El que no vive para servir, no sirve para vivir’”, afirma con convicción.
Cuenta que la radioafición ha perdido fuerza en el sur tucumano, aunque sigue viva gracias a grupos de entusiastas en lo que es una experiencia distinta de relacionarse. “Cuando cae un sistema de comunicaciones moderno, el radioaficionado entra en acción. Podemos operar sin electricidad, buscar otras fuentes de energía, tender puentes entre comunidades”, asegura.
Con nostalgia, recuerda cuando perdió gran parte de su equipamiento en la inundación de 1997, que se llevó muchos sueños en el sur de la provincia, pero nunca el entusiasmo. “Esto es democrático. En la radio no importa quién sos: todos somos iguales al aire”, afirma.
Benjamín cree que, aunque existan Apps que simulan esta actividad, la radio verdadera tiene otra esencia por lo que celebra que gracias a una serie tan exitosa como “El Eternauta”, se vuelva a mirar hacia una actividad que para él nunca va a morir.
“En la Argentina, la mayoría de los radioaficionados tenemos prefijo LU. Por eso dicen que somos ‘los locos unidos’. Y sí, algo de eso hay. Este hobby es muy lindo. Te saca de otros problemas y te mantiene ocupado, especialmente a los jóvenes. Por eso sería bueno que más gente se sume. Que no se pierda. Porque cuando hay una emergencia, el radioaficionado puede ser una bendición. Solo hay que recordarlo antes de que se caiga todo”, finaliza.
Sólo con permiso: una actividad que es regulada por la nación
Las primeras experiencias relacionadas con las señales de radio (origen tanto del medio de comunicación como de la radioafición) se dieron a fines del siglo XIX. Heinrich Hertz, Nikola Tesla, Guglielmo Marconi, Amos Dolbear y Sir Oliver Lodge figuran entre sus pioneros en Estados Unidos y en Europa y este sistema para dialogar a larga distancia ya tenía un amplio desarrollo no comercial antes de la Primera Guerra Mundial. En la Argentina, Enrique Susini fue uno de sus referentes ya antes de la llegada de Marconi, que visitó el país en 1915 y masificó su difusión. Para ser radioaficionado, se necesita obtener una licencia otorgada por el Ente Nacional de Comunicaciones y un indicativo de llamada de radio. Su labor es sin fines de lucro.